4 oct 2012

viviendo en un termitero. biomimesis


La luciérnaga produce luz fría con una pérdida de energía casi inexistente mientras que las bombillas incandescentes desperdician el 98% de la energía en forma de calor. La tela de araña es mucho más dúctil y 5 veces más resistente en relación a su peso que el acero. Las hojas de la flor de loto, símbolo de pureza en las religiones asiáticas, salen totalmente limpias del barro de las aguas donde habitan.

La naturaleza ha sabido resolver de forma muy eficaz muchísimos procesos que aún suponen un quebradero de cabeza para los científicos. Y es que la naturaleza posee algo que ningún centro tecnológico tiene en la actualidad, un banco de pruebas que lleva en funcionamiento millones de años, descartando las soluciones no válidas y perfeccionando las optimas.
La biomimesis (de bio, vida y mimesis, imitar) es la ciencia que estudia la naturaleza como fuente de inspiración. Mediante la observación de la misma podemos adoptar sus soluciones y aplicarlas a nuevos usos, nuevos materiales o nuevos sistemas. Y tenemos ejemplos de ello en nuestra vida cotidiana. Como por ejemplo el velcro, que fue creado después de que su inventor se fijara en un tipo de semillas que se pegaban completamente a sus pantalones después de las caminatas por el monte.

Existen ejemplos de biomimesis en  diversos campos, entre ellos la arquitectura, con resultados realmente sorprendentes. El Eastgate Centre de Harare, un edificio de oficinas de tamaño medio, consigue mantener su interior a una temperatura constante y fresca durante todo el año, sin recurrir a la refrigeración artificial, con los costes energéticos y medioambientales que ello conlleva. Y lo hace imitando la estructura de los enormes termiteros que construyen las termitas africanas Macrotermes Michaelseni, en entornos con cambios de temperatura que van de los 3 a los 42 grados Celsius.
Las termitas edifican estos nidos teniendo en cuenta los principios básicos de termorregulación, orientando su disposición en el eje norte-sur, mientras su estructura interna similar a una chimenea expulsa el aire caliente menos pesado renovándolo de aire fresco que se introduce por galerías subterráneas en la parte más baja de la estructura.
Scott Turner y su equipo escanearon y estudiaron uno de estos termiteros y aplicaron el diseño adaptándolo a la escala humana en el Eastgate Centre. Mediante este sistema de renovación de aire continua lograron mantener la temperatura del edificio constante en una ciudad con temperaturas que oscilan entre los 10 y 40 grados Celsius a lo largo del día, y con un gasto energético equivalente al 10% del gasto de un edificio de similares características con sistemas de refrigeración artificiales. La implantación de este sistema supuso un ahorro de 3,5 millones de dólares.

Posteriormente se ha aplicado este mismo sistema a varios edificios con resultados igualmente considerables, como por ejemplo en el Portcullis House de Londres.
Es evidente que tomar la naturaleza como fuente de inspiración puede llevarnos a resultados inesperados. Uno sólo tiene que aprender a observar, porque quizá eso que busquemos ya esté inventado.

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